BIENVENIDOS AL BLOG DE LITERATURA UNIVERSAL DEL IES JOAQUÍN RODRIGO EN MADRID.

"La eternidad es una rara virtud de la literatura". Adolfo Bioy Casares.







4º ESO LIU

lunes, 31 de marzo de 2014

TEATRO ÉPICO. BERTOL BRECHT













esta tabla, que pertenece al libro “Para comprender el teatro actual” publicado por “Fondo de Cultura Económica”, establece una comparación en dos columnas entre el teatro político y épico de Bertolt Brecht y lo que se puede llamar “teatro dramático”, de corte burgues o conveniconal.
Añade a todo lo ya dicho un instrumento clarificador de lo qeu Brecht quiso decir al llamar a su teatro “épico” y la intencion de distinguirse claramente del teatro convencional que se había hecho hasta entonces  y que se sigue haciendo hoy en día, como una de las muchas tendencias que conviven en las escenas actuales.
El teatro épico de Brecht y el teatro convencional y dramático
El teatro épico de Brecht y el teatro convencional y dramático
Brecht elimina de su teatro: la ilusión–la unidad–el compromiso emocional–la identificación–la empatía–la cartársis.
Utiliza: pasajes corales–canciones–narraciones–símbolos–películas–diapositivas–todo lo que imite la vida real siempre y cuando resulte obvio que se trata de un medio empleado para proyectar la imitación.
Teatro épicoTeatro convencional y dramático
Crea sucesos que casi no necesitan ser presentados siguiendo una secuencia: el desarrollo sigue curvas irregulares.
Crea una secuencia de acontecimientos en línea recta.
Convierte al espectador en un observador dispuesto a la acción; despierta la actividad.
Envuelve empáticamente al espectador.
Intenta lograr el distanciamiento: sentimiento de separación para que se analice el personaje o situación desde una perspectiva intelectual.
Se esfuerza por lograr que el público se identifique con los personajes.
Despierta la energía para incitarlo a la acción y a la toma de decisiones.
Utiliza la energía sutitutivamente.
Exige el análisis, la discusión, emplea argumentos y razonamientos.
Apela a los sentimientos.
Nos ofrece información fragmentaria que se debe completar.
Nos comunica las experiencias de los personajes.
Convierte al espectador en observador.
Envuelve y compromete al espectador.
Presenta al ser humano como objeto de investigación que puede cambiar.
Presenta al ser humano como un eterno que no puede cambiar.
Hace que el espectador se interese por la acción presente e inmediata.
Hace que el espectador se interese por el final de la historia.
Ofrece una imagen de un mundo diferente y mejor.
Ofrece la imagen del mundo que posee el dramaturgo.
No le importa el argumento.
Incide sobre todo en el argumento.
Muestra al público los recursos teatrales para que tome conciencia de estar en una representación.
Oculta lo más que puede los recursos teatrales para crear ilusión de realidad.
Considera el teatro como un instrumento para el cambio social.
Considera el teatro como evasión, entretenimiento, ilustración y cultura, creación de belleza y contemplación de las pasiones humanas.










TEATRO DEL ABSURDO

El Teatro del Absurdo es un  término empleado por el crítico Martin Esslin en 1962 para clasificar a ciertos dramaturgos que escribían durante la década de 1950, principalmente franceses, cuyo trabajo se considera como una reacción contra los conceptos tradicionales del teatro occidental.

El término, que se acuña como alternativa al de anti-théâtre o nouveau théâtre, ha pasado ya a designar sobre todo el teatro de Samuel Beckett, Eugène Ionesco, Fernando Arrabal, las primeras obras de Arthur Adamov y Jean Genet.

Muchas de las preocupaciones de este teatro encuentran su motivación teórica en los escritos de Antonin Artaud en “El Teatro y su doble” (1938) y, de alguna manera, en la noción brechtiana de Verfremdungseffekt (efecto alienante), mientras que la comicidad bufonesca tiene sus raíces en las películas de Charles Chaplin, Stan Laurel y Oliver Hardy, los Hermanos Marx y Buster Keaton.

Tomando como punto de partida lo absurdo de la vida, visto de forma palpable y no como evocación, tal y como sucedía en el teatro de Giraudoux, Anouilh, Sartre y Camus, el teatro del absurdo no es un movimiento o una escuela y los autores presentan un panorama heterogéneo. Lo que tienen en común es el rechazo generalizado del teatro realista y su base de caracterización sicológica, estructura coherente, trama y confianza en la comunicación dialogada.

A través de procesos de desfamiliarización y despersonalización, estos dramaturgos, ferozmente anticartesianos, desmontaban las estructuras del lenguaje, la lógica y la conciencia convencionales.


Samuel Beckett
La aceptada creencia de que el mundo tiene sentido (un mundo que poco tiempo antes había sufrido las experiencias de Hiroshima y los campos de concentración) es subvertida y reemplazada por un mundo donde las palabras y las acciones pueden ser completamente contradictorias.

Sin embargo, lo que se propone no es tanto el sin sentido como una perpetua prórroga del sentido, sino mostrar una realidad oculta y amarga que subyace en la idea de felicidad y confort del modo de vida burgués.

Cada obra crea sus propios modelos implacables de lógica interna, a veces triste (como en la obra de Beckett “Esperando a Godot”, 1952), patética (también en Beckett, “Fin de partida”, 1957), angustiosa (en la obra de Ionesco “La lección”, 1950), cómica (también en otra obra de Ionesco, “La cantante calva”, 1950), macabra (en la obra de Arrabal, “El cementerio de automóviles”, 1958), humillante (en la obra de Adamov “El profesor Taranne”, 1953), o violenta (como sucede en la obra de Genet “El Balcón”, 1957).

Todas ellas, sin embargo, tienen en común la presentación de una realidad grotesca.

El cuestionamiento de los referentes, alineados dentro o fuera del escenario, afecta a tres áreas fundamentales: el personaje (que puede cambiar de sexo, personalidad o estatus), la trama (que a menudo es circular, no va a ninguna parte y rechaza cualquier resolución estética) y los objetos (que pueden proliferar hasta el punto de expulsar a los personajes, como pasa en las obras de Ionesco, o pueden también ser reducidos al mínimo, como sucede con Beckett, para enmarcar la temática del vacío y la nada).








En octubre del 1948, buscando una alternativa a la prosa, Samuel Beckett comenzó a escribir Esperando a Godot. Como había hecho con sus novelas, escribía en francés como disciplina y luego las traducía al inglés, su idioma natal. Ni entonces, ni hoy está claro quién es Godot o cuál fue el origen del nombre. A pesar de que Beckett había escrito una obra de teatro anteriormente, Eleuteria, Esperando a Godot fue su primer montaje. Su debut fue el más impresionante de un dramaturgo en nuestro siglo, la obra alteró el curso del teatro contemporáneo. Desde su premiere en el Teatro de Babylone en París, el 5 de enero de 1953, Beckett dejó de ser un escritor desconocido. Sin embargo, no todo fue reconocimiento positivo. Tuvo más detractores que admiradores. Una crítica en Londres declaró que nunca en la vida había visto un drama peor y el crítico del New York Times definió la obra como “un misterio arropado en un enigma.” Lo que molestaba a los críticos era la falta de desarrollo en el drama, obviando su lenguaje y visión de mundo como un cabaret cósmico. Los prisioneros de San Quintín, captaron plenamente lo que habían desestimado los críticos, que la espera también es consustancial a la vida y por lo tanto a la dramaturgia del espectáculo. El “enigma” tildado por Broadway se convirtió en un fenomenal éxito internacional. Se representó en teatros, escuelas y prisiones. Aunque abstracto en su forma, Godot tuvo también implicaciones fuertemente políticas, como la expresión de las naciones en tránsito entre la Segunda Guerra Mundial y el saldo de 26 millones de personas y la guerra fría en la espera impaciente de una resolución mientras se esquivaba el apocalipsis. La producción de Africa del Sur hizo de Godot una experiencia propia sobre la eterna espera por la emancipación. Lo que es extraordinario de la metáfora de Godot es que no puede identificarse definitivamente. Se espera porque no hay otra alternativa razonable. Esta es la quinta representación de la obra en Puerto Rico desde su estreno en el teatro universitario bajo la dirección de Myrna Casas, la más absurdista de nuestras dramaturgas, en 1963. Para nosotros, la espera tiene que ver con muchas cosas: con el país y su centenario dilema del status, con la droga y la cura, con el espacio que queremos construir para el teatro mismo. Luego de 50 años le agradecemos a Beckett la justificación inicial para reunirnos a colaborar juntos, a buscar juegos intensos en el arte que nos permitan pasar el tiempo, a esperar a Godot en escena. Hacemos como dijo Lorca: “vamos a no llegar pero vamos a ir,” Esperamos haciendo aunque Godot nunca llegue... (Fuente principal: Conversations with and about Beckett de Mel Gussow)

Trama

La obra clásica del teatro del absurdo presenta a dos vagabundos: Vladimiro(Didi) y Estragón(Gogo) que esperan cerca de un árbol la llegada de Godot. Mientras esperan, pierden el tiempo jugando juegos verbales, haciéndose preguntas, pensando en suicidarse o marcharse, encontrándose y desencontrándose en el mismo lugar. Reciben asustados, la visita de Pozzo y Lucky, un amo y un esclavo y escuchan el largo monólogo que finalmente dice que el hombre y su cerebro, a pesar del progreso, se están encogiendo. Luego reciben a un muchacho que les trae un mensaje de Godot. El segundo acto se desarrolla igual que el primero con algunas variantes.


















Eugene Ionesco
       (Rumanía, 1909-1994)
  Autor teatral, máximo exponente del teatro del absurdo. Nacido en Slatina, Rumania, el 26 de noviembre de 1912, Ionesco pasó su infancia en París, aunque volvió a Rumania cuando contaba trece años. Aprendió francés en Bucarest, antes de regresar a París en 1938 para escribir. Sus obras teatrales describen la ridícula y fútil existencia humana en un universo totalmente impredecible, en el cual, debido a sus innatas limitaciones, las personas son incapaces de comunicarse unas con otras. Su pesimismo forma parte de la base del teatro del absurdo, un movimiento teatral que se lamenta de la falta de sentido de la condición humana. A pesar de las serias intenciones de Ionesco, sus obras rezuman humor y son ricas en situaciones cómicas. Movimiento de vanguardia, especialmente al introducir las obras de un sólo acto, los autores del teatro del absurdo utilizan técnicas tales como el ambiente sofocante, el lenguaje sin sentido y las situaciones ilógicas para enfatizar la extrañeza y el aislamiento humanos. La cantante calva (1948) es una sátira que exagera algunos aspectos de la vida cotidiana con el fin de demostrar la falta de sentido del personaje. Éstos forman un gran galimatías al hablar y se muestran incapaces de comunicarse unos con otros. Ionesco utiliza esta misma técnica recitativa en La lección (1950), en la cual, un profesor lunático asesina a sus alumnos. En esta obra toca el tema del miedo a la muerte, que formará parte inseparable de sus últimos trabajos. En Las sillas (1952) dos ancianos hablan con dos personajes inexistentes. Amadeo o cómo salir del paso (1953) trata de una pareja dentro de la cual los sentimientos que una vez tuvieron el uno hacia la otra, muertos ya, van produciendo un cadáver que crece amenazadoramente hasta que consigue rodearlos a ambos. El nuevo inquilino (1956) se centra en un personaje confinado en el espacio de un sillón. En El rinoceronte (1959), la obra quizá más conocida de Ionesco, los habitantes de una pequeña ciudad se transforman en rinocerontes. El personaje principal, prototipo del hombre normal al comienzo de la obra, va siendo apartado de la vida de la pequeña sociedad de su ciudad a medida que lucha contra el conformismo de sus habitantes. La sed y el hambre (1964) retrata a un hombre que, hastiado por un estable matrimonio, busca satisfacción por doquier, aunque sin éxito alguno. Entre las demás obras de Ionesco hay que citar El rey se muere (1962) y Macbeth.
Ionesco fue nombrado miembro de la Academia Francesa en 1970. Escribió asimismo textos acerca del teatro, memorias, y la novela El solitario (1974).














Aquí tenéis la obra al completo: 

https://www.youtube.com/watch?v=0oMD5PI5VDQ

lunes, 24 de marzo de 2014

Vanguardias europeas o “ismos” (europeos)





Es reconocida la reminiscencia bélica del término “vanguardia”, su solo uso supone la existencia de una retaguardia: la tradición es la que marcha rezagada, en tanto los “ismos” se proclaman representantes auténticos de la vida contemporánea. Otro rasgo común a estas corrientes: su internacionalismo, derivado del rechazo de todas las tradiciones locales.
Todas las vanguardias fueron esencialmente teóricas, por lo cual es típico en ellas el “manifiesto”, o programa de principios, que a menudo ha terminado por sustituir a las obras mismas. Antes de la entre-guerra los propósitos no excedían los límites del arte, luego fue haciéndose cada vez más evidente la intencionalidad político-social.

 En adelante se ofrece una enumeración y rápido delineamiento de las vanguardias.

 El futurismo:  Aunque hoy aparece remoto y sin vigencia alguna fue el primer movimiento de vanguardia. Su conductor, el italiano Marinetti, recorrió buena parte de Europa y América haciendo oír su palabra profética, en la cual se encerraban las claves de una estética para los tiempos a venir. Creyó en el mito moderno, y ayudó a forjarlo. Decía: “Queremos cantar el amor del peligro, del hábito de la energía y la temeridad”. A la “inmovilidad pensativa, al éxtasis y el sueño”, opone el futurismo “el movimiento agresivo, el insomnio febril, el paso gimnástico, el salto peligroso, el puñetazo y la bofetada”. El nuevo gran valor es “la belleza de la velocidad” de modo que “un automóvil de carrera es más hermoso que la Victoria de Samotracia”.
Estos despreciaban a los adoradores de la luna y glorificaban la guerra, llamándola “única higiene del mundo”. Con respecto a la tradición, especialmente en lo cultural, la posición es: “Lanzamos en Italia este manifiesto de violencia incendiaria y arrebatadora, basado en el cual fundamos hoy el futurismo, porque queremos librar a nuestro país de la gangrena de profesores, arqueólogos, cicerones y anticuarios”.
 Marinetti que había semi-elogiado al “music-hall” y el circo como únicos espectáculos tolerables, se lanzó también a la aventura de crear el “teatro sintético”: se trataba de obras de no más de diez minutos – no fuese cosa de perder el precioso tiempo del mundo de la velocidad – y en una de ellas el telón se levantaba apenas unos centímetros, de manera que el público sólo veía los pies de los actores. De todo esto queda hoy en día, dice de Torre, tan sólo el ademán en el aire.
 Queda además el “Manifiesto técnico de la literatura futurista”, de 1912, que avanza ya aventura de una “imaginación sin hilos” – o sea, sin los nexos del pensamiento lógico – y propone una manera de escribir que será de recibo en otras corrientes: “Es menester destruir la sintaxis, disponiendo los sustantivos al azar de su nacimiento”; el verbo, sólo en infinitivo, para que comunique “el sentido de continuidad de la vida”; prohibición de usar el adjetivo, porque el matiz presupone la pausa y la meditación; supresión de expresiones comparativas – “como”, “parecido a”, “similar a” – porque traban la “velocidad aérea”. Quedaba sancionado el uso de cuatro o cinco tintas diferentes, las líneas verticales, oblicuas o circulares, los paréntesis, las llaves y cualquier otro tipo de innovación tipológica.



 El expresionismo:  Esta corriente signó el panorama cultural de Alemania entre 1911 y 1933. Esta fecha final está indicando ya que los representantes de esta corriente no simpatizaban con el nacionalsocialismo: su llegada al poder marcó el fin de la vanguardia, cuyos artistas fueron perseguidos. El expresionismo nació, en principio, como manifestación de dos grupos de pintores: “El puente” y “El jinete azul”.
Kandinsky y Klee representan ese máximo de intensidad del color que caracteriza a la corriente, y que reconoce su antecedente en las telas de Van Gogh.



El expresionismo suele definirse en comparación con el impresionismo. Éste es, todavía, un arte figurativo: reproduce sensaciones ópticas, aunque la visión no tenga la nitidez propia del arte clásico.
 El expresionismo supone un paso más: se independiza de la realidad, y, si toma sus materiales, los convierte en sustancias animada, contorcida y patética. La intención es obtener de las cosas un grado máximo de “expresividad”.
 En el plano de la literatura, esta vanguardia guarda alguna relación con el gótico y el barroco – estilos ambos de extrema tensión y ansiedad comunicativa – y con el “Sturm und Drang”: el romanticismo inicial en las letras alemanas, caracterizado por la vehemencia y la inmoderación.
El expresionismo tiene un gusto sado-masoquista por el catastrofismo. No es de extrañar que la gran preocupación de la poesía expresionista haya sido la Primera Guerra Mundial. Trakl fue un poeta austriaco , uno de los iniciadores de las vanguardias y del expresionismo, que se  suicida en 1914, y es el ejemplo más acabado del desequilibrio que la contienda llevó al espíritu de estos poetas, exaltados por el horror y la sangre. Pero el movimiento se reflejó en la narrativa y no es ajeno a su influencia ninguno de los grandes novelistas en lengua alemana del período, tales como Kafka.

 El cubismo:   También fue, en principio, una vanguardia de la pintura, al punto que las aproximaciones a la literatura han sido más bien tentativas y de resultados parciales. En las artes plásticas, el cubismo es claramente delimitable. Se inicia en 1907, cuando Picasso opone a la óptica impresionista una geometría bárbara y una deliberada y sistemática deformación.




Le siguen en esta tendencia Matisse




. Cubismo pasó a ser, en adelante, el arte de descomponer y recomponer la realidad según el bidimensionalismo, la compenetración de planos y el simultaneísmo de visión.

 En la literatura, supuso también la combinación de formas discontinuas, lo que implicó la destrucción del discurso y de la regularidad métrica. La “realidad intelectual” sustituyó a la “realidad sensorial”, y la obra de arte se juzgo valiosa en sí misma, “no por las confrontaciones que puedan hacerse con la realidad”. Lo anecdótico y lo descriptivo quedan reemplazados por el fragmentarismo y la elipsis, de modo que se lleva a “la enumeración caótica”. “Si un hecho viene a interrumpir una sinfonía de recuerdos, se le anota por respeto a su verdad cerebral” comenta Epstein.
El cubismo desemboca en la avenida común de las vanguardias poéticas: la suplantación del pensamiento-frase – es decir, racional y lógico – por el pensamiento-asociación, que a menudo se formula al margen de la actividad de la conciencia.
 Apollinaire procuró fundir la poesía y la pintura en los “caligramas” o poemas dibujados, es la expresión mayor del cubismo.


Texto extraído del libro "Literatura del Siglo XX"










 El dadaísmo:  Las obras maestras dadás no deben durar más de cinco minutos” según se lee en una proclama del movimiento.
 El movimiento fue algo inesperado en el espíritu francés, significó el encuentro con la nada. Según Tristan Tzará, el principal impulsor de esta vanguardia, “dadá” no significa nada, aunque a continuación agrega: “Los negros kru llaman dadá a la cola de una vaca santa. El cubo y la madre en cierta región de Italia: dadá. Un caballito de madera, la nodriza, la doble afirmación en ruso y rumano: dadá”.
 El movimiento echó a andar en Zurich, en 1916, con la fundación del Café Voltaire, donde se reunían poetas y pintores, entre quienes figuraban Apollineire y Picasso.
 En 1919 Tzará llega a París, y comienzan a multiplicarse los festivales, las revistas, los boletines y las hojas sueltas dadaístas. El tono siempre fue el mismo: “No más pintores, no más literatos, no más músicos, escultores, religiones, republicanos, monárquicos, imperialistas, anarquistas, socialistas, bolcheviques, políticos, proletarios, demócratas, burgueses, aristócratas, ejército, policía, patria: en fin, basta de todas esas imbecilidades. No más nada, nada, nada. De esta manera esperamos que la novedad llegará a imponerse menos podrida, menos egoísta, menos mercantil, menos inmensamente grotesca”.
Aunque Tzará proclamó que “el estado normal del hombre es dadá”, hacia 1921 ya no quedaba nada de la nada.

 El surrealismo Es el nombre que suele darse a una de las vanguardias más poderosas y de mayor influencia. La palabra tiene sentido en la lengua francesa – “sur-realisme” – y debería ser traducida por “superrealismo”, para indicar claramente que este movimiento se propone estar más allá o por encima de la realidad.
 Vinculado en sus raíces con el dadaísmo, cuyo absoluto nihilismo intenta superar, el surrealismo tiene la misma agresividad que aquella corriente. Ella se puso de manifiesto no sólo en los lemas contra la familia, el Estado y la religión, sino en el enfrentamiento con Paul Claudel, el poeta católico que declaró no encontrar en la corriente sentido alguno, salvo el pederástico. El grupo se defendió diciendo: “Nuestra actividad no tiene de pederástica, más que la confusión que introduce en el espíritu de aquellos que no participan en ella”. Y luego como Claudel era por entonces embajador de Francia en Japón, los veintinueve firmantes llaman a la insurrección de las colonias para “aniquilar esta civilización occidental por vos defendida en Oriente”.
En alusión a los negocios franceses en aquellas latitudes, los surrealistas encuentras a la poesía incompatible con “la venta de gruesas cantidades de tocino, por cuenta de una nación de cerdos y de perros”. Al borde del dadaísmo afirman, todavía, que “no queda en pie más que una idea moral: a saber, por ejemplo, que uno no puede ser a la vez embajador de Francia y poeta”. Y el grupo se despide de Claudel con estas recomendaciones: “nosotros os abandonamos a vuestras beaterías infames. Que ellas os aprovechen de todas maneras: engordad aún, reventad en medio de la admiración y respeto de vuestros conciudadanos. Escribid, rezad, babead, nosotros reclamamos el deshonor de haberos tratado de una vez por todas de pedante y de canalla."
  Pese a toda esta violencia tuvo mucho más claro el contenido de su programa de acción creadora que el dadaísmo.
Produjo tres manifiestos:
el primero, de 1924, que es el que mejor define a la corriente,
 el segundo de 1930, que propicia las relaciones del movimiento con el comunismo y que dividió irremediablemente al grupo,
y el tercero en 1942 que fue un infructuoso intento de revitalizar un movimiento que había perdido su condición de punta de lanza. El primer manifiesto define al surrealismo en los siguientes términos: “Automatismo psíquico puro, por el cual se intenta expresar verbalmente sea por escrito, sea de cualquier otro modo, el funcionamiento real del pensamiento. Dictado del pensamiento, en ausencia de todo control ejercido por la razón, fuera de toda preocupación estética o moral”. “La ausencia de todo control ejercido por la razón” debía traducirse en la “escritura automática”, experiencia siempre un poco forzada, porque el escritor no puede anular la conciencia de estar escribiendo. Tzará, entusiasmado con estas novedades, incitaba a estos procedimiento de creación: “Tomad un periódico; tomad tijeras; escoged un artículo, recortad, record enseguida cada palabra, ponedla en una bolsa y sacudid…

 Los puntos clave de la estética surrealistas son los siguientes:

          a) Fusión de la realidad y el sueño, para alcanzar una sobre-realidad. Influidos por Freud, los surrealistas se apartan aquí de él. En lugar de tomar al sueño como símbolo válido para el hombre, creen en su absoluta singularidad. Aceptan de Freud, no el método sino la mitología.
         b) esta fusión debe significar una nueva forma de conocimiento, experiencia sin la cual la propia expresión “surrealismo dejaría de tener sentido.
         c) Del nuevo conocimiento deberán surgir una nueva ciencia, una nueva moral y una nueva belleza, de modo que el surrealismo desborda el campo de lo meramente estético.
         d) Es necesario ir al conocimiento por la vía del desconocimiento, es decir, vivir el ser pero no lúcidamente, sino en el esta de mayor alienación posible. “Yo persigo un desorden razonado de todos mis sentidos” había dicho Rimbaud.
         e) Los caminos hacia el desconocimiento son lo inconsciente, lo onírico, la magia, la infancia. El automatismo psíquico, la demencia, los estupefacientes, el humor, el amor, el culto de lo instantáneo y el ver a los objetos como míticos.
         f) El surrealista debe escribir sin conciencia de que escribe.
        g) La poesía debe procurar “la estupefaciente imagen”, “desensibilizar el universo” y el surrealismo, en general, quiere una imagen que equivalga a un regreso al caos.

 El ultraísmo:  Esta es una palabra de contenido impreciso y se adoptó como término para designar a un aspecto de la vanguardia en Espña. “Ultra” equivale a “máximo” o culminación” de algo y se buscaba aquí el desarrollo pleno de las mismas notas que se han venido observando en las otras corrientes europeas: sobrevaloración de la imagen, supresión de la anécdota y lo narrativo, supresión de lo sentimental, salvo si aparece irónicamente enlazado con el mundo moderno.
Rima y puntuación desaparecen y el ritmo, en lugar de procurar la continuidad tradicional, se adapta a cada instante. En 1920, después de una extensa fusión de poesía y pintura, cada arte volvió a reivindicar su autonomía. Jorge Luis Borges, tentado en su juventud por esta vanguardia poética dijo: “La desemejanza raigal que media entre la poesía vigente y la nuestra es la que sigue: en la primera el hallazgo lírico se magnifica, se agiganta y se desarrolla; en la segunda se anota brevemente”. Las revistas ultraístas se multiplicaron en tanto el movimiento atrajo a Gerardo Diego y – en parte – a García Lorca.

















Surrealismo en el cine




https://www.youtube.com/watch?v=371P8O3hf_8

Expresionismo en el arte





 
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