BIENVENIDOS AL BLOG DE LITERATURA UNIVERSAL DEL IES JOAQUÍN RODRIGO EN MADRID.

"La eternidad es una rara virtud de la literatura". Adolfo Bioy Casares.







4º ESO LIU

martes, 14 de diciembre de 2010

ORFEO Y EURÍDICE


Orfeo es uno de los héroes griegos más conocidos, músico, poeta, filósofo, amante y protagonista de diferentes historias que han pasado de boca en boca desde los Días Antiguos hasta la actualidad, a través de los siglos y los siglos.

Aunque hay quien le da la paternidad a Eagro, rey de Tracia, muchos otros coinciden en que era hijo del mismo Apolo, fruto de una de sus aventuras con la musa Calíope. Esto explicaría sus tendencias artísticas desde la infancia, y su asociación con el sol, símbolo de su padre. También se cuenta que fue éste quien le regaló su primera lira, instrumento musical de siete cuerdas a las que Orfeo añadió dos más para que fueran nueve, como las musas.

Cuentan que cuando Orfeo tocaba no sólo los hombres, animales y dioses se quedaban embelesados escuchándole, sino que incluso la Madre Naturaleza detenía su fluir para disfrutar de sus notas, y que así, los ríos, plantas y hasta las rocas escuchaban a Orfeo y sentían la música en su interior, animando su esencia. Más de una vez este mágico don le ayudó en sus viajes, como cuando acompañó a los Argonautas y su canto pudo liberarles de las Sirenas, o pudo dormir al dragón guardián del vellocino de oro. Pero eso es otra historia y debe ser contada en otra ocasión...

Además de músico y poeta, Orfeo fue un viajero ansioso por conocer, por aprender... estuvo en Egipto y aprendió de sus sacerdotes los cultos a Isis y Osiris, y se empapó de distintas creencias y tradiciones. Fue un sabio de su tiempo.

Con tantas cualidades, no era de extrañar que las mujeres le admiraran y que tuviera no pocas pretendientes. Eran muchas las que soñaban con yacer junto a él y ser despertadas con una dulce melodía de su lira al amanecer. Muchas que querían compartir su sabiduría, su curiosidad, su vitalidad.

Pero sólo una de ellas llamó la atención de nuestro héroe, y no fue otra que Eurídice, quien seguramente no era tan atrevida como otras y puede que tampoco tan hermosa... pero el amor es así, caprichoso e inesperado, y desde que la vio, la imagen de su tierna sonrisa, de su mirada brillante y transparente, se repetían en la mente de Orfeo, que no dudó en casarse con ella. Zeus, reconociendo el valor que había demostrado en muchas de sus aventuras, le otorgó la mano de su ninfa, y vivieron juntos muy felices, disfrutando de un amor que se dice que fue único, tierno y apasionado como ninguno.

Pero no hay felicidad eterna, pues si la hubiera, acabaríamos olvidando la tristeza, y la felicidad perdería su sentido... y también en esta ocasión sobrevino la tragedia.

Quiso el destino que el pastor Aristeo quedara también prendado de Eurídice, y que un día en que ésta paseaba por sus campos, el pastor olvidara todo respeto atacándola para hacerla suya. Nuestra ninfa corrió para escaparse, con tan mala fortuna que en la carrera una serpiente venenosa mordió su pie, inoculándole el veneno y haciendo que cayera muerta sobre la hierba.

No hubo lágrimas suficientes para consolar el dolor de Orfeo, y una noche de las muchas que pasó en vela llorando a su amada, decidió que si hacía falta, descendería él mismo a los infiernos de Hades para reclamar a Eurídice. Fue un viaje duro, tuvo que enfrentarse al guardián de las puertas de los Infiernos, Kancerbero, quien a punto estuvo de atacar pero que finalmente respondió a la música de Orfeo como otros tantos animales habían hecho anteriormente. Así fue como nuestro músico se internó en el submundo, sin cesar de tocar y de cantar su tristeza.


Orfeo, sacando a Eurídice del Hades


Cuentan que el mismo Hades se detuvo a escucharle, que las torturas se interrumpieron, que todos encontraron un momento de paz en la visita de Orfeo. Sísifo, condenado a subir una piedra hasta la cumbre de la montaña una y otra vez, detuvo su marcha; los buitres que torturaban a Prometeo desgarrando sus entrañas se posaron en el suelo y Tántalo, quien jamás podría saciar su hambre o su sed, rompió a llorar olvidando sus necesidades. Y los Señores del Infierno, Hades y Perséfone, quedaron conmovidos por la belleza del canto de Orfeo.

Así, decidieron devolver a la vida terrenal a Eurídice, con la condición de que ésta caminase detrás de Orfeo en el viaje de vuelta al mundo de los vivos, y que éste no mirase atrás ni una sola vez hasta que no estuvieran en la superficie. Y ambos emprendieron la marcha.

El viaje fue difícil, lleno de penurias. Si la bajada al Hades había costado, el ascenso fue aún peor. Eurídice seguía herida y débil, y las sombras se cernían sobre ellos amenazadoras, el frío se colaba en sus huesos, los tropiezos eran cada vez más frecuentes. A punto ya de llegar a la salida, cuando los primeros rayos de luz traspasaron las sombras, Eurídice dejó escapar un suspiro aliviada, y Orfeo olvidó la orden de Hades y miró hacia atrás por un instante. Entonces su amada empezó a desvanecerse, pues la condición impuesta había sido violada, y aunque Orfeo se lanzó sobre ella en un abrazo que la retuviera, no fue más que aire lo que estrechó entre sus brazos.

Orfeo intentó entonces descender de nuevo al Hades, pero Caronte, el barquero de la laguna Estigia, le negó la entrada, y ambos apenas pudieron despedirse con una mirada a través de las aguas. Y aunque esperó Orfeo siete días con sus siete noches en el margen del lago, acabó viendo que era demasiado tarde para enmendar su error, y marchó a vagabundear por los desiertos, sin apenas probar bocado, acompañado sólo por su lira y su música.

Tiempo después, Orfeo tendría un triste final, y acabaría siendo descuartizado y los trozos de su cuerpo, divididos y esparcidos. Su cabeza les llegó a las Musas a la costa de Lesbos, navegando por el río, según se dice, aún moviéndose sus labios llamando a Eurídice, y fue allí donde las musas la recogieron y le dieron sepultura.

Al cielo subió su música, transformándose en la constelación que lleva por nombre la Lira, que contiene la estrella Vega, una de las más brillantes del firmamento, como brillantes eran los ojos de su amada Eurídice, que tal vez siga esperándole aún en el Infierno, acompañada por el recuerdo de su canto.

viernes, 3 de diciembre de 2010

PROMETEO Y PANDORA




Prometeo era hijo del titán Jápeto y la oceánida Climene. Aunque Prometeo permaneció neutral en la revuelta de los titanes, al final del conflicto, viendo que las cosas se inclinaban hacia los olímpicos, hizo como si los hubiese apoyado desde el principio, ganándose así un lugar entre los dioses.
Se dice que Zeus le pidió a estos hermanos que poblaran a la tierra con animales. Epimeteo se adelantó y los creó a todos, de manera que cuando Prometeo se disponía a hacer cualquier animal, ya su hermano lo había creado. De la rabia o el desconsuelo, le salieron lágrimas que cayeron en la tierra, y él pensó, haré un hombre de este barro. Moldeó un hombre semejante en aspecto a los dioses pero de mucho menor tamaño, dando origen a la raza humana.

Prometeo, amó mucho a su creación, es por eso que les enseñó la agricultura, a trabajar la madera, a construir viviendas, etc. Los hombres, agradecidos, sacrificaban corderos y frutas en honor de su benefactor, Prometeo. Zeus empezó a tener envidia de éste y preparó un plan para castigar al hijo de Jápeto.


El plan fue pedirle a Hefestos (el Vulcano de los romanos), quien era un "hacelotodo", a que hiciera una mujer lindísima y éste, sin mucho ruego, materializó los deseos del jefe olímpico. La muchacha realmente ers un perfecto modelo de hermosura. Los dioses del Olimpo, al verla quedaron maravillados por su belleza, y cada uno le fue dando regalos que iban guardando en una caja, sin que ella lo supiera. Atenea le dio sabiduría, Afrodita, amor y así cada cual le fue entregando regalos. Hermes, el dios de los bromistas, ladrones y mentirosos le dio puras cosas malas: la envidia, la mentira, enfermedades, ira, etc. Dado que los dioses le habían otorgado dones, ella tomó el nombre de Pandora que en griego significa "Todos los regalos".
Mercurio, el mensajero y Zeus, le hizo entrega formal del regalo a Prometeo, diciéndole que el gran dios del Olimpo se sentía muy orgulloso de él y es por eso que le enviaba este presente. Prometeo agradeció el gesto y cuando se hubo retirado Hermes, apartó a la mujer a un lado de su casa y no quiso tener nada que ver con ella, ya que como "individuo que presiente las cosas" (que es lo que al fin y al cabo significa el nombre Prometeo), pensó que era una trampa que le había puesto Zeus.

Días después llegó Epimeteo, hermano de Prometeo, quien quedó anonadado al ver semejante belleza, cuando supo quién era y que su hermano no la quería, le rogó que se la diera a él, Prometeo le advirtió que podría ser peligroso, que seguramente era un truco de Zeus, pero Epimeteo suplicó tanto a su hermano que le diera a Pandora que éste finalmente accedió. Epimeteo y Pandora se casaron, vivieron muy felices por un tiempo, hasta que la muchacha presa de curiosidad por saber qué contenía la caja que los dioses le habían entregado, la abrió y comezaron a salir las cosas buenas y todos los males que Hermes le había dado, sólo la esperanza quedó en la caja.


( Pandora abriendo la caja)
Después que Prometeo comprobó que el caso "Pandora" realmente era un engaño de Zeus, el benefactor de los hombres quiso vengarse. Cuestión que hizo durante una fiesta que habían organizado en el Olimpo y en la cual Prometeo estaba encargado de la comida. Buscó dos bueyes, a uno de ellos le sacó la carne y le dejó los huesos y del otro sacó toda la grasa y se le metió al primero, de manera que tenía un buey que tenía aspecto de "gordo" pero en realidad era pura grasa y huesos… Después de cocinados, Prometeo adornó mejor al que era sólo grasa, piel y huesos, y propuso que Zeus abriera el banquete escogiendo para él el primer buey. Zeus, encantado con el aspecto del buey "arreglado", lo tomó y al darse cuenta de la broma, montó en cólera y castigó a Prometeo a ser encadenado en los montes Cáucaso, a una piedra y a que durante el día un buitre (algunos dicen que un águila) le comiera el hígado. Por la noche se le regeneraba y por la mañana regresaba el buitre y así por 10 mil años. Se dice que entre tantas cosas que hizo Hércules fue matar al buitre que mantenía el suplicio de Prometeo. En ninguna parte he encontrado que Hércules depués de matar al buitre soltara al hijo de Jápeto, me imagino que sí lo hizo, pues no podía ser tan malvado y dejar al pobre personaje allí encadenado!.
Sin embargo, en otras partes se dice que Prometeo fue
castigado por Zeus por haber robado el fuego de los dioses que era de uso exclusivo de los olímpicos. Prometeo lo tomó según algunos de la forja de Hefestos y otros dicen que lo obtuvo de la rueda de la carroza de fuego de Apolo. En cualquier caso Prometeo, quien había tomado el fuego para dárselo a los hombres para que pudieran calentarse en las frías noches invernales y para cocinar los alimentos y defenderse de las fieras, fue entonces castigado.

jueves, 2 de diciembre de 2010

LANCELOT Y GINEBRA




 
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